Hay sueños que se cumplen así de repente, sin esperarlo. Hace ya años que pataleaba por ir a Disneyland París, desde bien pequeña, pero jamás tuve la oportunidad. Era de esas niñas que no amaba a las princesas pero sí el mundo Disney, empezando por Pocahontas, Rey León, Toy Story, Jorobado, Mulán…Las veía sin cesar, día tras día, a todas horas. Por suerte tuve unos padres enamorados de la productora que me daban alas y permiso para rallar el reproductor de vídeo…Al crecer no perdí las ganas de ir, siempre he sido una enamorada de la magia e ir a Disneyland estaba presente en mi lista de objetivos por cumplir.
Y todo sucedió un lunes cualquiera, cuando Cristian, mi mejor amigo, me obligó a comprar unos billetes exprés a París, ¡teníamos entradas para el parque! y un hotel precioso en el centro de París, Elysees 8. Ilusión es poco es cuando lo supe, no me ha pasado tan lenta una semana jamás. Creo que sobran las palabras cuando tenéis mi vídeo de la experiencia (aquí), ponerse a llorar como una patética es lo de menos… Fui muy feliz, ha sido uno de los mejores viajes de mi vida, y no solo por cumplir un sueño, sino por la compañía, por mi otra alma gemela.